Es una planta exótica invasora introducida en el país en los años 1980 por el sector agropecuario específicamente el ganadero, con fines de aprovechamiento, que por su característica biológica y su genotipo, tiene una serie de valores y uso específicamente del sector. Sin embargo, está también reconocida como uno de los 100 organismos invasores más dañinos en el mundo por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (Lowe et al. 2000). Su potencia nociva sobre la biodiversidad se debe a su capacidad de formar densos matorrales monoespecíficos, capaces de reemplazar el bosque nativo en algunas áreas, y de amenazar a especies endémicas de interés para la conservación. Por lo que las normas ambientales dominicana la han colocado como una planta a ser eliminada de las áreas protegidas, paisajes de carreteras y espacios públicos urbanos.

Al día de hoy, tiene presencia en todo el territorio nacional (solares baldíos, bordes de carretas, aceras, contenes e isleta) y en particular en dieciséis (16) localidades dentro del Sistema Nacional de Áreas Protegidas de la República Dominicana.