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8 de febrero de 2023
Vuelve El Niño en 2023 con estos impactos a nivel global
*Información basada en el artículo original de Paloma Trascasa-Castro, Candidato a doctorado en Ciencias del Clima, Barcelona Supercomputing Centre, Universidad de Leeds, publicado en The Conversation.
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Durante los últimos 3 años las aguas ecuatoriales del océano Pacífico han registrado valores de temperatura inferiores a lo normal, un patrón oceánico conocido como La Niña. No es habitual que esa agua más fría perdure tanto en el tiempo, y para los expertos la prolongada anomalía negativa va a dar mucho para investigar.
Este 2023 la situación va a cambiar, y mientras La Niña se deshincha entre febrero y mayo, El Niño irá emergiendo a partir de los meses de verano. La NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica) de Estados Unidos, ya ha empezado a anunciar el retorno de el tan temido fenómeno de El Niño al Pacífico ecuatorial.
Aunque con el nuevo clima que vivimos, los ciclos están algo descompensados, lo habitual es que cada tres a siete años, aparezca una anomalía positiva de la temperatura del océano Pacífico ecuatorial. Ese calentamiento puede ser de 1 a 3°C por encima de la temperatura media de la región. Es lo que conocemos como un evento o fenómeno de El Niño. Lo contrario, el enfriamiento de sus aguas ecuatoriales es La Niña.
Tanto uno como otro fenómeno, desencadena una cascada de efectos que se sienten en todo el mundo. Las dos anomalías opuestas en temperatura, forman un ciclo conocido como El Niño Oscilación del Sur (ENOS o ENSO en inglés). Cada fenómeno El Niño va seguido por La Niña y viceversa, con algunos meses de condiciones neutras entre los dos fenómenos.
Entre febrero y mayo, La Niña, que actualmente domina en el Pacífico ecuatorial irá desapareciendo para dar paso a El Niño, que irá haciéndose más fuerte mes a mes
El cambio en la temperatura de la superficie del mar asociado con los eventos ENOS altera los patrones climáticos a nivel global. Las señales más contundentes suelen ocurrir en las regiones limítrofes con el Pacífico de forma que el continente americano o zonas de Oceanía o el sudeste asiático son las que más notan el impacto.
Se espera que para este 2023, su presencia durante la segunda mitad de año pueda generar un buen número de anomalías climáticas. La NOAA ya ha anunciado que la probabilidad de que eso ocurra es a día de hoy un 66 por ciento pero seguramente aumentará con el paso de los meses.
Estos son algunas de los cambios climáticos más habituales que generará El Niño entre 2023 y 2024, y de los que estaremos especialmente pendientes:
El calentamiento de las aguas ecuatoriales del océano más grande del mundo, el Pacífico, a partir de verano implica que a nivel global haya un aporte extra de energía. Los expertos ya cuentan con que este 2023 las temperaturas promedio sean más elevadas lo que implica que seguramente superemos ese 1.5 grados de calentamiento del que tanto se habla.
Hasta ahora el año más cálido del registro ha sido 2016, y coincide que se año se registró un El Niño particularmente intenso. Pero incluso durante un año de La Niña se pueden batir récords de calor. Para este 2023 ya se han hecho predicciones numéricas de cómo será el año en cuanto a temperaturas y los datos ya anuncian que será un año más cálido que 2022.
Ese exceso de energía dicen los expertos que ayudará a que los fenómenos meteorológicos que se registren en diferentes zonas del planeta sean mas intensos.
Sequías, olas de calor o precipitaciones entre otros fenómenos se pueden amplificar. Se habla especialmente las olas de calor, que cada vez son más devastadoras por su intensidad, extensión y duración.
Pero no solo se habla de 2023, expertos como James Hansen, profesor en la Universidad de Columbia, ya han dejado caer que dado que en 2024 El Niño seguramente alcanzará sus valores positivos más elevados, ese año será más cálido aún.
El Niño se va a encargar de que la temporada de huracanes sea menos activa de lo normal en el océano Atlántico mientras que la potenciara en el Pacífico central y oriental. No quiere decir que no pueda formarse algún huracán intenso pero la probabilidad es más baja que por ejemplo durante La Niña que tiene el efecto contrario.
Durante El Niño en el Pacífico se producen cambios en la circulación de la atmósfera que llevan a potenciar los vientos del oeste en altura sobre el Atlántico tropical, y a intensificar los alisios en superficie. Esa combinación de dinámica atmosférica aumenta la cizalladura vertical del viento, un patrón que inhibe la formación de ciclones tropicales.
De momento no sabes que intensidad llegará a tener El Niño este verano y menos en 2024, pero dentro de unos meses las observaciones de las temperaturas del agua en la región ecuatorial del Pacífico nos darán más pistas sobre el impacto que la señal tendrá en la actividad tropical tanto del Atlántico como del Pacífico.
Australia es uno de los países del mundo que más sufre el impacto de los cambios meteorológicos que generan tanto El Niño como La Niña. En la región este del país, han vivido tres años de precipitaciones por encima de la media debido a las condiciones prolongadas de La Niña.
Durante El Niño, la situación será muy diferente, con menos lluvia de la habitual, temperaturas más altas y mayor riesgo de incendios. Un escenario nada deseable para muchos, y que llegan especialmente durante el invierno y la primavera en el hemisferio sur.
La Agencia Meteorológica de Australia ya publicaba este pasado mes de enero el vaivén que se espera llegue a lo largo del 2023. Para muchos el pasar de registros de precipitación históricos a el calor y la sequía extrema que se espera que traiga este El Niño de 2023 puede ser devastador.
Además este siglo ya se ha observado cómo a el fenómeno de El Niño se suman los devastadores incendios que se han visto amplificados y mucho por el Cambio Climático de origen humano.
No hay una señal tan clara como la de la región del Pacífico, entre el fenómeno de El Niño y la meteorología de Europa. Sabemos que si hay cambios en la circulación atmosférica que afecta a Europa pero que la señal se ve afectada por otras factores no estacionarios y de oscilación decadal.
La señal más habitual observada durante periodos de El Niño como el de 1940-42, uno de los más claros, es una de inviernos extremos de frío en determinadas zonas del norte del continente. La circulación en el Atlántico norte durante ese periodo se ve favorecida mayoritariamente por una NAO (Oscilación del Atlántico Norte) en modo negativo.
El invierno frío y seco del norte de Europa contrasta en ese caso con un invierno habitualmente más húmedo y templado en el sur del continente. No todos los fenómenos de El Niño son idénticos y es difícil anticipar con tantos meses de antelación cual será el patrón que responda a El Niño de 2023-24, pero lo más probable es que encaje con la mencionada dinámica atmosférica.
También se han observado cambios en el vórtice polar estratosférico durante el invierno capaces de influir en la circulación en superficie. Cuanto se debilita en los niveles estratosféricos puede influir especialmente en la mitad norte del continente.
América del Sur es la zona continental que más sufre el impacto de fenómenos como El Niño. Dada la proximidad con el Océano Pacífico ecuatorial, la señal es más intensa y también los fenómenos meteorológicos que se producen.
Con El Niño presente y bien formado, como se espera que ocurra entre finales de 2023 y el arranque de 2024 las costas occidentales de Perú y Ecuador reciben intensas y prolongadas precipitaciones.
También es habitual que se produzcan devastadoras sequías en el Amazonas y el noreste de Brasil. Como consecuencia de una meteorología tan extrema, las cosechas de la región acaban siendo poco productivas y el impacto sobre la población tremendo.
El Niño también se traduce en un invierno especialmente lluvioso en todo el sur de Estados Unidos, en un monzón más seco de lo normal en el sudeste asiático y en lluvias más copiosas para zonas del norte de Argentina y Uruguay durante el verano Austral.
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